Aviso: El siguiente comentario es muy poco serio pues la película en cuestión no amerita lo contrario.
El nacolín Cristóbal (Miguel Ángel Rodríguez) despierta sobresaltado después de tener una pesadilla en la que va corriendo encuerado por unas catacumbas. El susodicho es un entrenador de caballos en el Hipódromo, quien se lamenta estar jodidón y salado. Cansado de sufrir las humillaciones del prepotente ricachón Román (José Elías Moreno), se la pasa haciendo entripados. Una noche que le anda dando su respectivo mantenimiento a los cuacos, se le aparece una mujer misteriosa (Julieta Rosen). Con cara de Guat Japen la sigue hasta unas catacumbas como las del sueño. Ahí encuentra una estatua con 7 gemas que según le van dar mucho poder. Acto seguido, despierta todo sudado y sorprendido ve la estatua en su buró ¡Ay nanita!
Cristóbal va vendiendo las piedras una por una pero ¿Qué le pasará al muchachón que cada vez que se deshace de una de ellas le da por perseguir a las ratas y comer carne cruda? ¿Se sentirá gato? ¿Será fanático de la carne tartara? Nada tonto, se guarda la joya más cara para regalársela a la bella Susana (Olivia Collins), novia de Román. Ella a cambio le suelta el "tesorito".
Una noche de luna llena, después de un día de vendimias en que regresa con unos fajotes de dolarucos en los bolsillos, Cristóbal siente como retortijones en la panza (yo digo que la culpa es de la carne cruda). Por fín, después de esperar casi cuarenta minutos, pasa algo interesante. El protagonista se transforma en lobo y los efectos para ser una producción noventera de 3 pesos no lucen tan mal, de hecho parecen de 5. La criatura infernal a la primera persona que destripa es a una clienta que se atrevió a pedirle fiado.
Román sabedor de que las autoridades del gobierno del Distrito Federal (ahora Ciudad de México) pagan lo que sea con tal de que otro les resuelva la bronca, se apunta para matar al lobo, coyote, perro rabioso o lo que sea, por la módica cantidad de cinco mil dólares. Por la noche, Cristóbal convertido en lobo se da un festín saboreándose los cachetes de un cazador, los huesitos de una mujer bastante tontuela y los pellejos de un viejito.
Ya para el postre deja un hueco para tragarse al buen Román. En ese momento me di cuenta de que el director René Cardona III, no solo es un pésimo realizador sino que, en su vida nunca ha visto un programa de Animal Planet. Se supone que el lobo tiene unas garras gigantescas y de un manotazo lo lógico es que le arranque la cabeza a cualquiera, pero aquí da unos arañazos como de vieja chimiscolera, que sacan sangre pero no aplacan al tipo que se la pasa gritando.
Spoiler: En la escena final, el peludo Cristóbal le perdona la vida a Susana y se desquita matando a la mujer misteriosa de la caverna. Luego busca un lugar para estirar la pata y así termina la maldición.