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miércoles, 26 de diciembre de 2018

HEREDITARY (2018)


¡Por fin! Después de una espera que parecía interminable, llegó a mediados del 2018 a la pantalla grande, una película estadounidense de horror digna de comentarse, una bocanada de aire fresco para un género moribundo estancado en una lamentable crisis de originalidad que data de hace años. Y es que, salvo uno que otro intento fallido por rescatar las viejas fórmulas y trasladarlas al contexto moderno, lo demás alterna entre la copia desvergonzada del cine oriental y el desgastado remake, reboot, secuela, precuela y spin off, que por lo menos a su servidor, ya lo aburren hasta el cansancio.

La premisa de Hereditary (a.k.a. El legado del diablo pésimo título en español), donde la muerte de la matriarca deriva en la reaparición/intensificación de los traumas de un miembro, mismos que a su vez destruyen la estructura familiar en su totalidad, inscribe al filme dirigido por Ari Aster en lo que podría denominarse un cine de horror doméstico.


Para Aster no hay mayor terror que aquel que se vive dentro del seno familiar ¿Qué hacer cuando el sitio donde en teoría deberíamos hallar resguardo y protección contra nuestros más profundos temores se ve convertido en un incontrolable infierno? 

No exenta de sucesos sobrenaturales enmarcados en una atmósfera malsana rebasando los límites de lo demencial, Hereditary evita los clichés y efectúa sutil homenaje -no plagio- a referentes como El bebé de Rosemary, The changeling y The Wickerman, estos dos últimos dirigidos al espectador más avezado en el genero.


Tal como en los títulos antes mencionados, una obra sostenida en la interpretación dramática por encima de los efectos especiales, precisa de un elenco solvente. En ese apartado, Gabriel Byrne hace un trabajo discreto pero suficientemente aceptable, Milly Shapiro apoyada por una perturbadora caracterización también resulta convincente; sin embargo, Alex Wolff extraído de una serie televisiva del canal Nickelodeon nos regala un par de momentos desastrosos de humor involuntario, que gracias al resultado en conjunto consiguen pasar casi desapercibidos. 


Y al final me permito mencionar a Toni Collette quien por justicia debería aparecer en todas las ternas a mejor actriz del año. Supera lo hecho en El sexto sentido, dejando en claro que se necesita ser mucho más que una scream queen para trastornar al público; su actuación es simplemente brillante.

Espero que Ari Aster y A24 Films nos hereden más producciones de ésta naturaleza.