
A mediados de la década de los setenta, Charles Bronson con El vengador anónimo (y sus incontables secuelas) inauguró lo que a la postre se convertiría en un subgénero del cine de acción: el de los vengadores urbanos. El arquitecto Paul Kersey metido a vigilante nocturno por obra y gracia de unos malandros que mataron a su esposa en la primera entrega, confirmó en la secuela al ser atacada su hija, que lo suyo, lo suyo, era darle cuello a cuánto...