domingo, 23 de abril de 2017

John Wick (2014)


A mediados de la década de los setenta, Charles Bronson con El vengador anónimo (y sus incontables secuelas) inauguró lo que a la postre se convertiría en un subgénero del cine de acción: el de los vengadores urbanos. El arquitecto Paul Kersey metido a vigilante nocturno por obra y gracia de unos malandros que mataron a su esposa en la primera entrega, confirmó en la secuela al ser atacada su hija, que lo suyo, lo suyo, era darle cuello a cuánto desgraciado encontrara fastidiando gente en las calles de Nueva York, Los Angeles, etc.

La fórmula simplona pero redituable, dio pie a que se realizaran una infinidad de imitaciones sobre todo en la década de los ochenta. Y es que, no se necesita ser un genio para escribir un guión tan elemental. Se elige una víctima que da igual si es la esposa, la novia, los hijos, el mejor amigo, o cualquiera que tenga un nexo sentimental con el personaje principal. Los villanos irrumpen en una casa, departamento, calle solitaria o donde usted guste y mande. Matan a la persona en cuestión y si el protagonista está presente lo dejan para el arrastre. Esto en los primeros diez minutos, la hora y media siguiente se llena con escenas de acción ilimitadas y listo.


Como era lógico, tanto pan con lo mismo llevó al hartazgo incluso a los espectadores menos exigentes y el arquetipo de antihéroe vengador cayó en desuso. No obstante, así como las modas van y vienen, los tópicos cinematográficos también y, desde hace unos años se ha intentado revitalizar el género con cintas como Búsqueda implacable (Taken) con Liam Neeson o Seeking justice con el infumable Nicholas Cage. La trilogía Taken cumple con el cometido de entretener, sin embargo, todo el tiempo se mantiene dentro de lo politicamente correcto, exactamente lo contrario a la película que a continuación resumo.

John Wick es un ex-asesino. Su esposa muere y le deja un perro. El hijo de un mafioso y sus secuaces se meten a su casa, roban su carro y lo peor, matan al perro. Wick armado hasta los dientes va a vengarse desatando una cadena de violencia.


¿Algo más que contar? Muy poco. Si acaso que la historia se desarrolla en un ambiente mal vibroso plagado de asesinos que se conocen entre sí y que viven en un mundo clandestino regidos por las mismas reglas. A diferencia de otra películas, no hay un policía siguiendo al vengador; al igual que en la vida real, las autoridades brillan por su ausencia o de plano prefieren ni meterse. Buen punto.


De argumento predecible y poco original pero no ausente de cierta gracia, John Wick tiene a su favor ser espectacular en el aspecto visual y con eso es suficiente para cumplir las expectativas de los fanáticos del cine de acción en su estado más puro. Es evidente que los directores Chad Stahelski y David Leitch, ambos con experiencia como dobles de riesgo e instructores de artes marciales, no se preocuparon mucho por el desempeño actoral de un Keanu Reeves que con su cara de palo está que ni mandado a hacer para el papel, acompañado por tres actores que dispuestos a hacer lo suyo facilitan las cosas, me refiero a Michael Nyqvist, Ian McShane y Willem Dafoe.  


En lo que realmente pusieron empeño los realizadores es en las coreografías. Las secuencias de acción están al nivel del mejor John Woo. No es que sea un sádico, pero una vez aceptado que el asunto no va más allá de ver a John Wick ir por doquier volando sesos, apuñalando, repartiendo puñetazos y patadas, dejando a su paso un reguero de cadáveres que harían parecer hermanitas de la caridad a Rambo,a James Bond y a Terminator, la anécdota se torna bastante entretenida.


Pongan su cerebro en off. No lloren cuando matan al perro (creo que es al único que no asesinan de a deveras), tampoco esperen una clase de histrionismo impartida por Keanu Reeves, él cumple bien con mantenerse en forma y lucirse a la hora de los catarrazos, es decir, en el 99% de la película. 


Explosiones, quebradero de huesos, muchísimos balazos, chicas guapas (no hay sexo, pero ni falta que hace) persecuciones automovilísticas y un buen soundtrack hacen de John Wick, una disfrutable película dominguera que cumple con creces su única pretensión, divertirnos un rato.

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