Antes de compartir mi extenso comentario sobre Skyfall, debo confesar que desde la creación de éste blog, más de una vez me he detenido a reflexionar acerca de qué tanta cabida tienen las aventuras de James Bond dentro del género fantástico, llegando a la conclusión de que cuenta con los elementos suficientes para inclinar la balanza hacia el lado de lo inverosímil y no de lo realista. Además, siendo desde siempre uno de mis héroes favoritos, es difícil mantenerme renuente a comentar sus películas e ignorarlo.
Desde el reinicio en 2006 de la franquicia más
redituable y larga en la historia del cine, es decir, la del agente 007, quedó
en claro que los realizadores deseaban borrar todo rastro de triunfalismos
ligados a las películas de cuatro décadas anteriores, aunque ello significara
reelaborar el mito que para muchos era más que intocable.
En Casino Royal, los productores
apostaron por un James Bond de mirada fría y rasgos duros, carente del encanto,
galanura y sofisticación de sus antecesores, bajo el argumento de que la
intención era evocar al personaje literario creado por Ian Fleming.
Daniel Craig, quien a partir de su
elección llegó a convertirse en el protagonista más controversial pese a su
indudable histrionismo, dividió opiniones. Las nuevas generaciones lo aceptaron
situándolo a la par de personajes como Jason Bourne, fenómeno que llama la
atención, siendo que el James Bond original mantuvo el privilegio de ser
incomparable casi hasta sus últimos días.
Algunos fanáticos se retractaron e
incluso consideraron a Daniel Craig, el mejor James Bond por encima de Sean
Connery y Roger Moore (no es mi caso). Muchos otros, más de lo que Sony Pictures se empeña en
reconocer, reafirmaron sus sospechas: James Bond había muerto.
Casino Royal abandonó la fórmula que
por años contribuyó a hacer del héroe, todo un icono cinematográfico. El
universo de insólitas aventuras fue sustituido por un entramado realista,
oscuro y con una perspectiva más adulta.
En Casino Royal (2006) se aborda la
primera misión de James Bond al recibir la categoría doble O. La película
adapta la novela homónima modernizando algunos aspectos que parecieran
anacrónicos. No me atrevería a decir que Casino Royale es una mala película, de
hecho creo que el director Martin Campbell hace un estupendo trabajo. Daniel
Craig y Mads Mikkelsen funcionan
como antagonistas, las escenas de acción son trepidantes, los escenarios
majestuosos ¿Entonces?
Cuando uno paga por comer una
hamburguesa servida con papas fritas y un vaso de refresco, no espera que le
lleven un plato de comida china, un spaghetti a la boloñesa o un manjar más
delicioso que lo que uno ha pedido. Ya sé, deben preguntarse ¿Y eso qué tiene
que ver?
Pues, esa es la sensación que provoca
al final Casino Royale. Hemos visto una buena película, estuvo divertida pero…
¡No es una película de James Bond! Ninguna secuencia lleva el sello
inconfundible del tema compuesto por Monty Norman e interpretado por John
Barry, no hay gadgets (todos los aparatos modernos necesarios para la misión),
no narran una mini aventura antes de los créditos iniciales. 007 luce musculoso pero desaliñado. Por si fuera poco,
el desenlace más allá de ser revelador
luce artificioso.
Quantum of Solace (2008) se estrenó
como secuela de Casino Royale. Se suponía que los cabos sueltos y las
incógnitas de la entrega anterior, serían resueltas para poner punto final a la
etapa introductoria del nuevo 007 y así, en las cintas siguientes dar inicio a
otras misiones con un espectador más familiarizado con la psicología del
personaje.
Una persecución automovilística
espectacularmente filmada da inicio a una película que prometía más de lo que
otorga. Poco se relacionan los hechos de Casino con los de Quantum. A la mitad
del filme, no se develan los misterios principales y solo sabemos lo que es
obvio, hay una organización criminal que quiere dominar al mundo ¿No es lo
mismo qué ya sabíamos antes de verla?
Considerando que las películas de Bond
desde su nacimiento en 1962 no son precisamente joyas argumentales, sería
injusto calificar con una mala nota al realizador Marc Forster por los baches y
traspiés del guión escrito por Neal Purvis y Robert Wade. Se deja ver aunque en lo personal no lo haría más de dos veces.
Daniel Craig, más cómodo en los
zapatos de James Bond y con menos presión por ser aceptado en el papel -en el
peor de los casos el odio se volvió indiferencia- muestra una rudeza aun mayor
que la expresada en su debut. Craig ganó elogios por un sector de la crítica que
alabó su interpretación de frío asesino en Casino Royale. Por desgracia, su actuación se tornó exagerada en Quantum of Solance. Ni tanto que queme al santo...
En Skyfall, Sam Mendes, director de la ganadora del Oscar Belleza Americana (1999) fue el encargado de revivir a un vilipendiado 007, quien por
fortuna, retomó elementos y tópicos de las películas de antaño para beneplácito
de sus más fieles admiradores. Es así que, regresaron las armas secretas,
los trajes elegantes, el tema musical y algunas frases cómicas que antes
evitaba mencionar Craig, de quien también debo decir se nota menos acartonado y
más cómodo que en Quantum. También se incluye un guiño nostálgico a una de las
más entrañables películas de la etapa Connery.
Cuando la identidad de los agentes
secretos de MI6 es puesta al descubierto, James Bond debe capturar al culpable
y de paso proteger a su superior M, quien no solo corre el riesgo de ser
relevada en su puesto, sino de sufrir un atentado a manos de un enemigo a quien
debe un ajuste de cuentas.
En ello se resume la premisa de Skyfall, una historia así de
simple que por más que se extienda en explicaciones y diálogos elaborados, no
tiene mayores alcances que los ya vistos en otras películas de la franquicia. No
por ello, deja de tener momentos de suspenso bien logrado y escenas que no
pasarán a ser memorables pero que en el instante divierten y justifican el pago
del boleto. Mi momento favorito la persecución en motocicleta.
Javier Bardem como Silva, aparece
menos de lo que uno supondría. Decir que es la apoteosis del
mal, me resulta exagerado. Pero en gustos se rompen géneros. No es mi villano favorito pero tampoco lo pondría entre los peores. De malosos en plan guiñolesco y hasta sangrón está repleta la franquicia. Por ejemplo, está el recordado y me atrevería a decir que hasta querido "mandibulas" (Jaws).
Mención aparte merece la excelente
actriz Judy Dench repitiendo como M, la mujer de hierro que se erige como líder
del Servicio Secreto de su Majestad y cuya capacidad vuelve a ser puesta en
tela de juicio como en casi todas las entregas en que aparece desde la era Pierce Brosnan.
Se da un giro a algunos personajes secundarios como Moneypenny (Naomi Harris), ahora en versión afroamericana -como dicta lo politicamente correcto- empoderandola, modificando el rol de chica Bond para hacer del personaje algo más que un mero atractivo visual; situación parecida a la de Halle Berry y Michelle Yeoh en Otro día para morir y El mañana nunca muere, respectivamente.
También tenemos al nuevo Q (Ben Whishaw), lo que es un gran acierto y tiene mucha lógica ¿Quién mejor que un joven nerd tipo Big Bang Theory para conocer y explicar las aplicaciones tecnologicas del siglo XXI? El mismo Desmond Llewelyn, actor que desempeñó el papel por más de veinte años, reconoció que ya ni él sabía de lo que estaba hablando en sus últimas apariciones. Y John Cleese, bueno, de ese "R" ascendido a "Q" mejor ni hablamos.
En resumen, Skyfall
capturó lo mejor de Casino Royal y lo rescatable de Quantum, aderezando la trama con los ingredientes de la añeja pero exitosa fórmula, provocando la nostalgia de los verdaderos fanáticos y convirtiéndose en un aliciente para esperar con ansias las entregas venideras. Por desgracia, la siguiente misión del 007 dejaría mucho que desear. Pero esa, es otra historia.
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