Hace poco más de
veinte años recuerdo haber tenido en mis manos por primera vez el suplemento
dominical del diario La jornada. Se trataba de una serie de tiras
cómicas que en gran parte hacían una crítica al acontecer político nacional, su
nombre: Las Histerietas.
Una en particular
llamaba mi atención, al grado de empezar a coleccionar cada edición que mi
padre llevaba a casa. Se trataba nada más y nada menos que El Santos vs la Tetona Mendoza,
cuyo argumento era tan descabellado que era inútil buscarle pies y cabeza. Y
eso era lo que le otorgaba el adjetivo de divertido. Las anécdotas llenas de
humor escatológico, sexoso, irreverente, vulgar y soez, eran -por extraño que
parezca – por demás divertidas, claro que, en gustos se rompen géneros y lo que
para unos es morbosamente chistoso para otros puede ser vulgar y ofensivo.
Realizadas por José Trinidad Camacho (TRINO) y José Ignacio Solórzano (JIS),
las aventuras del luchador enmascarado el Santos - "Sanx" llamado así
por su fiel Cabo- gozaron de un notable éxito durante la década de los noventa,
lo que propició la edición de varias antologías que hicieron que sus creadores
formaran parte de la elite de caricaturistas mexicanos.
Hoy, veinte años después
llega la adaptación cinematográfica de manos de Átomo films, extensión de Anima
Studios, responsables de producciones como Don
Gato y su pandilla (2011) y La
leyenda de la llorona (2011). Dirigida por Alejandro Lozano (Matando Cabos), la película respeta el
diseño de los personajes impresos en papel, tiene una animación magnífica y un
diseño de arte bastante atractivo.
La cinta dirigida a los amantes incondicionales del personaje rescata la esencia de la
historieta. Santos, un luchador panzón que obvio es una parodia homenaje al
Santo enmascarado de plata, mantiene una relación de amor-odio con la Tetona Mendoza,
también ex luchadora voluptuosa de grandes atributos que lidera unos tugurios,
acompañada por las Poquianchis del espacio. El estado depresivo en que lo deja
su último rompimiento con la Tetona despierta en el Santos el interés por
integrar a la sociedad a los Zombis de Sahuayo, criaturas con las comienza a sentir
empatía. Pero sus buenas intenciones solo le acarrean problemas.
Como fan de la
tira cómica puedo decir que no convence del todo que se haya escrito una
historia completa (y sobre todo de tanta duración), porque el asunto se torna
tedioso a la media hora de estar escuchando groserías y leperadas que en un
principio por ser personajes animados causan gracia. La experiencia nos indica
que las tiras cómicas al ser trasladadas al cine o tv en forma de largometraje,
tienen mayor éxito cuando se presentan como una serie de chistes con un tema en
común, pero independientes entre sí. Tal es el caso de Mafalda y Snoopy, por
citar dos ejemplos.
Pese a que la
película es muy fiel al material original, se agregan parodias de muchas
cintas, algunas afortunadas, otras lamentables. Eso provoca cierto desconcierto
porque en la historieta no se apelaba a ese recurso, pero en fin el director
pretendió alargar la aventura de cualquier forma posible.
Con respecto a las
voces, hay una desfile de estrellas del cine mexicano (bueno y Cheech Marin)
pero la realidad es que de ese enorme elenco, pocos marcan una diferencia y lo
que es peor, hay unas voces que ni siquiera se adivina de quién son, tal es el
caso de los Bichir. Así que les sugiero que al final del filme no se levanten
de su asiento si quieren saber quién era Guillermo del Toro, por ejemplo.
Destacan por su participación Joaquín Cosio, Andrés Bustamante “el
güiri-güiri”, José María Yazpik y Regina Orozco. No así Daniel Giménez Cacho
extraordinario actor que como Santos demuestra que lo suyo no es darle voz a un
personaje animado, ya que habla entre dientes y por momentos es inaudible e
inexpresivo.
Razones para verla:
Sin duda la animación porque es de lo mejor que he visto en el cine mexicano
actual.
Razones para no
recomendarla: Para algunas personas como ya señalé puede ser demasiado vulgar.
Razones para no
perdérsela: Si eres un súper fanático de la historieta esa es la mejor razón.
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