martes, 23 de diciembre de 2014

LAS PARADOJAS DEL TIEMPO EN EL CINE


Si yo hubiera… Si ese tiempo pudiera volver …Si pudiera cambiar…

Son frases que todos hemos pronunciado por lo menos una vez en la vida. La mayoría de la gente asegura que el hubiera no existe porque el pasado es irreversible; lo que pasó ya quedó atrás y es imposible cambiarlo. Partiendo de esa idea, el ser humano se cuestiona qué pasaría si fuera posible viajar en el tiempo y cuáles serían las repercusiones en el futuro. Pero la curiosidad es ilimitada y, no conforme con suponer lo que significaría reconstruir la antigüedad, también se aventura a imaginar qué sucedería si pudiera transportarse a una época adelantada a su tiempo.

Desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, los científicos han formulado diversas hipótesis que han servido para que los autores de ciencia ficción las retomen haciendo que, por lo menos en el espectro imaginario veamos ese sueño cumplido.

En el caso del cine que es lo que nos atañe, muchas de las películas que tratan el tema de los viajes en el tiempo han sido consideradas dentro del género de la ciencia ficción, aunque si nos apegamos al sentido estricto del término, algunas pertenecen a la categoría de lo fantástico, porque en realidad no dan ninguna explicación científica. Lo que también es cierto es que, los espectadores no podemos exigir demasiada coherencia en estas anécdotas, porque a fin de cuentas las películas están escritas por guionistas no por físicos cuánticos o algo por el estilo. Aclarado lo anterior, demos un repaso a algunas cintas que tratan sobre estos increíbles viajes, sus aciertos científicos y las inevitables paradojas que los caracterizan.

En Terminator (1984), un cyborg del futuro es enviado a 1984 para que asesine a la mujer que dará a luz a un futuro líder en la guerra librada contra las máquinas. La película considerada un clásico por consolidar a Arnold Schwarzenneger como súper estrella; además de tener unos magníficos efectos especiales y unas secuencias de acción memorables, presenta una situación que rebasa los límites de la lógica, en términos físicos se le llama “La paradoja del abuelo”.

John Connor envía a Kyle Reese al pasado para que evite que su madre sea victimada por Terminator. Pero resulta que mientras éste la salvaguarda, ambos se enamoran lo que da como consecuencia que ella quede encinta y dé a luz al propio Connor. Entonces si Kyle no había sido transportado al pasado y ni siquiera conocía a Sarah ¿Cómo es que John Connor existe en el futuro?

En dos de las versiones fílmicas del clásico de la literatura La máquina del tiempo de H.G. Welles, una protagonizada por Rod Taylor en 1960 y la otra por Guy Pearce en 2002, se presupone que el tiempo es una cuarta dimensión que, al igual que el espacio puede ser recorrida de atrás hacia adelante y viceversa. La máquina a la que hace referencia el título funciona como si fuera un reloj; su estructura está fabricada con materiales como el níquel, el cobre y el cuarzo. En la versión más reciente incluso funciona con un rayo láser. En ambas hay un dato curioso, la máquina parece no moverse durante el viaje, se mantiene inmóvil mientras que lo que va cambiando es el entorno que la rodea. Las leyes de la física dicen que, si un objeto consiguiera desplazarse a la velocidad de la luz dentro de un área delimitada en el espacio, el movimiento sería imperceptible a la vista creando la ilusión óptica de que se encuentra estático.

En Volver al futuro (1985), la máquina del tiempo es un auto DeLorean modificado con lo que el doctor Emmet Brown describe como un “condensador de flujo”. El dispositivo (unos cables en forma de Y) funciona con una reacción nuclear que abre un hueco en el espacio por el que Marty McFly viaja treinta años atrás. En el Hill Valley de los años cincuenta, McFly se topa con los jóvenes que están destinados a ser sus progenitores ¿Cómo es posible que ellos en el futuro no se percaten de que su hijo menor es idéntico al extraño que conocieron cuando eran adolescentes? Esa y otras preguntas pasan a segundo plano, ya que es por demás divertido ver como Marty es incapaz de evitar caer en anacronismos (actitudes que no corresponden a la época).

El guión de Robert Zemeckis y Bob Gale toca otro punto interesante, en una escena Marty persuade a George McFly para que invite a salir a Lorraine, para ello se disfraza y le hace creer que es un extraterrestre, “Darth Vader del planeta Vulcano”. Algunos estudiosos del fenómeno OVNI, aseguran que los presuntos visitantes de otros mundos son en realidad humanos provenientes del futuro.


En la secuela Volver al futuro 2, estrenada en 1989, la historia da un giro ingenioso. Biff Tannen, el villano que en la primera parte quiere separar a los padres de Marty, viaja al pasado para encontrarse con él mismo. El anciano Biff entrega a su yo joven, un almanaque deportivo con el que se hará millonario. Sin hacer caso a las paradojas, y siendo honestos ¿No sería maravilloso sacar provecho de algo que solo nosotros sabemos que va a suceder? He ahí el dilema, pero la idea es muy tentadora.

Con Timecop (1994) Jean Claude Van Damme consigue una de sus películas más entretenidas. El actor belga interpreta a Walker, un miembro de la fuerza policial encargada de regular los viajes en el tiempo e impedir que haya alteraciones graves que cambien el curso de la historia. Héroe y villanos atraviesan portales que en el terreno de la física podrían definirse como “agujeros de gusano”, atajos que de acuerdo a la teoría de la relatividad de Einstein, unen dos lugares en el espacio-tiempo.

Hablando de Albert Einstein, el genio se adelantó a los hechos al proponer que hay lugares en donde el tiempo corre más lento, mientras que en otros se acelera. Tenía razón, porque está comprobado que en el espacio exterior el tiempo avanza más rápido. En El planeta de los simios (1968), la nave del astronauta George Taylor aterriza en lo que se supone es un planeta desconocido y primitivo. Dicho lugar es regido por una sociedad de antropoides que tiene esclavizada a una raza idéntica a los humanos. El desenlace es escalofriante porque en él se devela que Taylor en realidad había regresado a casa.


Un medio que está al alcance de todos – salvo que se tenga un daño cerebral – que hace posible que viajemos a momentos pasados es recordar. Gracias a la memoria, nuestra mente puede transportarnos minutos, horas, días, meses y hasta años atrás, por desgracia esto es una realidad intangible, ya que solo sucede en nuestro pensamiento. En Pide al tiempo que vuelva (1980), el joven dramaturgo Richard Collier se traslada a 1912 por medio de un ejercicio de auto-hipnosis o regresión al pasado. El idilio que vive a principios de siglo XX con una hermosa actriz de teatro, se ve interrumpido cuando sin quererlo, Richard extrae de su bolsillo una moneda perteneciente al futuro, que lo hace regresar al punto de partida. Sin embargo, hay otro objeto que hace un interminable recorrido en el tiempo, se trata del reloj que la actriz siendo una anciana pone en las manos del protagonista en la primera escena de la película, y el cual le es devuelto cuando el escritor la reencuentra en el pasado.


Incontables son las cintas que abordan el inquietante pero atractivo tema, cada una explica una forma distinta de cumplir uno de los deseos más anhelados de la humanidad. Dejemos que los científicos se quiebren la cabeza y permitamos que el cine, la mejor máquina del tiempo creada hasta ahora, haga volar nuestra imaginación.
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Publicación patrocinada por el blog Películas de Terror

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