miércoles, 7 de octubre de 2015

SANTO VS LAS LOBAS (1972)


Una rubia deambula en la noche por un antiguo edificio, ahí es sorprendida por un grupo de hombres y mujeres que al parecer llevan una buena cantidad de meses sin afeitarse. Una de esas féminas lobas anuncia la llegada de la primera luna que significa el fin de los seres humanos. Acto seguido y por lo que -medio- se puede entender, hay un intercambio corporeo entre la joven y la vieja peluda. Nada que no hayamos visto en otras películas del plateado en las que las reencarnaciones y los resucitados están a la orden del día.

¿Y a quién acudir en estos casos? Por supuesto que al hombre cuya máscara está del lado de la justicia ¡Santo el enmascarado de plata! (ésta vez acompañado de su apoderado el pelón Carlitos Suárez). Lo curioso al inicio de la aventura que nos atañe, es que al enterarse de que unos licántropos son los enemigos a vencer, Santo piensa que le están tomando el pelo, le da un ataque de Alzheimer y se olvida que en títulos anteriores ya había enfrentado a hombres lobo como en Santo y Blue Demon contra los monstruos (1970).



Está vez Jaime Jiménez Pons y Rubén Galindo se unen para dirigir una película en la que las situaciones no concatenan de ninguna forma, al grado de que el espectador más familiarizado con el cine de luchadores, termina extrañando al también infame realizador Alfredo B. Crevenna.

Mujeres lobos que se convierten en monstruos colmilludos con mucho pelo en la cara pero con unos cuerpazos de antología (sin vello, claro está). Pueblerinos que asustados por los eventos sobrenaturales recientes, se desquitan con Santo y Carlitos sin deberla ni temerla. Muchachonas acudiendo a velorios en minifaldas de miedo. Un tal Dr. César Harker (Rodolfo de Anda disfrazado de burócrata), cuyo apellido remite al personaje principal de la novela Drácula de Bram Stoker; porque cabe resaltar que los guionistas ignorantes de los orígenes del hombre lobo, no se complican y nos presentan a éstas criaturas como si fueran vampiros provenientes de Transilvania y cuyo líder (Jorge Russek) duerme en un ataúd. Baile para el lucimiento de Carlitos, que termina en pleito de vecindad cuando los invitados se transforman en lobos, para luego recobrar su forma humana gracias a unas disolvencias más añejas que las de The wolfman (1941).



Desenlace con filtro en rojo en el que apenas se distinguen las siluetas de héroe y villano inaugurando lo que podríamos denominar el género jaloneo-corretiza-western.

Toma nota Alex de la Iglesia, toma nota si en verdad quieres dirigir una película de nuestro enmascarado.

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