domingo, 18 de junio de 2017

HOUSE OF 1000 CORPSES (2004)



Su nombre es Rob Zombie y éste es el cine que le gusta.

Con esta simple oración podría describir la película House of 1000 corpses. Sin embargo, antes de  desmenuzarla, habría que comentar quién es el realizador y qué ha hecho durante casi 30 años de carrera artística.

Resulta que a principios de los años noventa, irrumpió en la escena musical un grupo metalero llamado White Zombie (nombre inspirado en la película homónima protagonizada por Boris Karloff  en 1932) primera de muchas referencias cinematógraficas que se volverán sello característico de Robert Cummings alias Rob Zombie, líder de dicha banda. 


El buen Rob, a su decir, nació en un pueblo aburrido en donde había poco que hacer, siendo el cementerio el único lugar interesante a falta de un cine u otro divertimento. Desde niño se convirtió en un teleadicto, pasaba días enteros frente al televisor y conocía de memoria la programación semanal. 

Sinceramente desconozco porqué siendo su sueño inicial ser director de cine se inclinó por la música, quizá por su admiración a Alice Cooper y Gene Simmons. Eso lo dejo para los eruditos del tema. El caso es que destacó en la escuela de Bellas Artes de la secundaria Haverhill High  por su habilidad para dibujar y una desbordante imaginación, eso si muy siniestra.


Lo anterior contribuyó a darle ese estilo particular a White Zombie una vez formado. Hasta ese momento Alice Cooper, Black Sabath, Goblin y Michael Jackson -con el video Thriller- eran algunos de los interpretes que más se habían acercado a lo que podríamos definir como música de terror, aunque no eran conceptos que abarcaban una totalidad. Rob escribía letras que hacían referencia directa a una cinta, mencionaba los títulos dentro de las canciones, recreaba en sus videos escenas y personajes de filmes clásicos como Naranja mecánica (ver el video Never gonna stop), diseñaba escenografías y vestuarios convirtiendo a los conciertos en una experiencia teatral. En plan solista las cosas no cambiaron mucho, como opinión personal, mejoraron.En fin, más allá de que a uno le guste o no su música, se nota el interés por mantener la misma calidad tanto en lo auditivo como en lo visual. 


 Con un nombre reconocido, ganador de vayan ustedes a saber cuántos discos de platino y una legión de seguidores incondicionales, Rob Zombie por fin estaría cerca de su sueño: Dirigir. Se le ofreció la tercera parte de El cuervo, proyecto que abandonó a los dos años de no concretarse el guión. A la postre se haría la olvidable The Crow: Salvation

En 2004, Universal Pictures dio un voto de confianza al metalero y 7 millones de dólares para filmar su opera prima: House of 1000 corpses.


Comencemos por el guión, una de las cosas que más me brinca. Zombie asegura que estuvo trabajando desde 1999 en el proyecto. Según después de ver la primera parte de Scream de Wes Craven, pensó que era una porquería y que, él sin ser director podía filmar algo menos mediocre.


Siento contradecir al artista, pero Scream sin llegar a ser un parteaguas en el cine de horror, por lo menos consiguió volver a poner de moda el caduco subgénero Slasher con una premisa fresca e incluso simpática. Contrariamente a House of 1000 corpses que, no es otra cosa que un remake de La masacre de Texas de Tobe Hooper aderezado con referencias de cuánta película similar se les ocurra. Si no me creen ¿Cómo les suena esto?


A finales de los años setenta, dos parejas de jovenes viajan por una carretera. Llegan a una gasolinera en donde el Capitán Spaulding, un fulano pintado de payaso -quien desde el minuto uno ya sabemos que es un loco asesino- los invita a dar un recorrido por un museo de asesinos seriales que ya lo quisiera Six Flags. Acto seguido, los chavales le preguntan si conoce la ubicación de un sitio donde según una leyenda un tal Dr. Satan cometía sus crímenes (no cabe duda que los gringos son morbosos con ganas). El payaso les hace un croquis y solitos se van al matadero, el que por su gusto es buey...


Ahí, son capturados por una familia de sádicos, depravados y deformes. Incluído un idiota casi gemelo de Leatherface (otra calca de La masacre). En adelante no hay más que una sucesión de escenas sangrientas y bonitas torturas para deleite de los amantes de las tripas. Es predecible a quién van a matar primero y quien por extraño e improbable que parezca va a sobrevivir, no por algo es el género de "la chica tonta perseguida por asesino más tonto".


Entre la galería de degenerados variopintos practicantes de necrofilia, canibalismo y ritos satánicos, desde el líder Otis (Bill Moseley) pasando por el Capitán Spaulding (Sid Haig) hasta llegar al Dr. Satan (Walter Phelan), sobresale la presencia de Baby, interpretada por Sheri Moon Zombie, esposa del realizador, quien de actuación ofrece poco, pero enseña otros talentos para devolver el interés a una trama que no da para mucho. 


Como se habrán dado cuenta, en lo que a argumento se refiere Zombie no se quiebra la cabeza y va hilvanando una serie de eventos y lugares comunes; recurre a una inserción de escenas que sirven como carta de presentación de los personajes malvados y a varias imagenes alucinantes filmadas en negativo, mismas que eran clásicas de sus videos musicales (ver Superbeast). Tecnicamente no se le puede reprochar nada. Me gustó la paleta de color de tonalidades intensas propia del cine de Dario Argento (semejantes a los de Suspiria) donde destaca el rojo. Punto a favor, dejen los grises y negros para las películas de misterio. 


Los 7 millones de dólares invertidos se justifican en el diseño de producción, el realizador no se esforzó en escribir un libreto original, sin embargo, puso notable empeño en  los escenarios, el vestuario, el maquillaje y los decorados. Por último y como era de esperarse, el soundtrack no tiene desperdicio, va de lo terrorífico a lo estridente. No volvería a ver la película en un cierto tiempo pero hay algunas rolas que no me canso de escuchar.


Al final todo se resume en un catálogo de referencias. Nos enteramos que a Rob Zombie le gusta el gore, el giallo, los clásicos de horror de Universal, los slashers ochenteros, el cine Grindhouse o de explotación, los Munsters; y que admira a Todd Browning,  Herschell Gordon Lewis, Tobe Hooper y a Wes Craven en sus inicios.


De Rob Zombie me quedo primero con su señora, luego con su música y al final con sus películas. Cuestión de gustos.
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