lunes, 25 de agosto de 2014

SANTO Y BLUE DEMON CONTRA LOS MONSTRUOS (1970)

Desde sus inicios la lucha libre causó un impacto fuera de serie en la sociedad mexicana. En un escenario encordado de seis por seis metros, los asistentes eran testigos de espectaculares batallas entre el bien y el mal, el primero representado por los técnicos y el segundo por los rudos. El furor causado por los gladiadores del ring, provocó que cada fin de semana las arenas se vieran abarrotadas, llegando a su punto más alto con las primeras transmisiones por televisión a principios de la década de los cincuenta. Como era lógico, los productores de cine voltearon la mirada hacia los nuevos ídolos, en quienes encontraron una verdadera mina de oro. Así nació el cine de luchadores, uno de los géneros más redituables en la historia del cine mexicano.


Las películas de luchadores, la mayoría de ellos enmascarados- el misterio es parte de la magia que envuelve al espectáculo- iniciaron como melodramas urbanos, en donde los protagonistas subían al cuadrilátero para ejercer una riesgosa profesión; tenían familia y sufrían las desventuras propias de su origen humilde. Posteriormente, las historias dieron una serie de giros convirtiendo al género en uno de los híbridos más insólitos vistos en la pantalla grande. Gracias en una muy significativa parte a la incursión en el cine del más grande ídolo del pancracio mexicano: El Santo, el enmascarado de plata. 


El Santo debutó como el héroe nacional que hacía falta en nuestro cine. Ya no era el luchador que se limitaba a enfrentar a contrincantes sobre el ring, también era un superhéroe que sin más poder que el de sus golpes, llaves y patadas voladoras, era buscado por la Interpol para acabar con organizaciones criminales, en otras palabras, una especie de James Bond tercermundista con carrazo incluido. Por si fuera poco, no conforme con enfrentar a todo tipo de mafiosos, era también requerido para impedir invasiones extraterrestres y amenazas de ultratumba.


Guiones plagados de errores, situaciones anacrónicas, ridículos diálogos y pobres efectos especiales se convirtieron en el sello particular de estas películas, que aun con todas sus fallas gozaron de una aceptación popular que, las convirtió en cintas de culto y objeto de estudio. Siendo la mayoría de ellas tan divertidas que, podrían definirse con la frase “Son tan malas que resultan buenas”. 


Es imposible resumir en un artículo la infinidad de películas protagonizadas por El Santo, ya que las filmaciones se realizaban en dos o tres semanas, dando como resultado el estreno de hasta cinco títulos por año. Es por ello que en esta ocasión me gustaría hablar de una de las cintas más emblemáticas del enmascarado de plata, una en donde encontramos presentes todas las características mencionadas anteriormente: Santo y Blue Demon contra los monstruos (1970).

Queridos lectores, antes de iniciar mi comentario de esta película debo aclararles o mejor dicho, confesarles que, dada la naturaleza de la misma, me es casi imposible realizar un análisis serio. Por fortuna, en el universo cinematográfico de los luchadores todo se vale. Prueba de ello es la presentación del elenco encabezado por El Santo y Blue Demon, quien más que compartir créditos, tiene como siempre una participación que lo reduce a ser una mera comparsa. Luego siguen los villanos caracterizados de forma tan deplorable que el hombre lobo parece un indigente, la momia, un accidentado prófugo de la cruz roja y el cíclope, una botarga robada de una película estadounidense de los años cuarenta. Sobresale únicamente la mujer vampiro ataviada con sexy atuendo, que hace muy rescatable el asunto.


Como es costumbre, la escena inicial nos sitúa en una arena en donde Blue Demon demuestra su talento para dar golpes a diestra y siniestra, ante la mirada impasible de El Santo, incapaz de mostrar alguna expresión de felicidad, horror, asombro, disgusto, etc. a lo largo de su extensa carrera.

Acto seguido, nos trasladan a un cementerio en donde en una escena incomprensible, cuatro sujetos introducen un féretro en un mausoleo para luego salir con la cara pintada de verde simulando que son zombies. Después, gracias a la lectura de un periódico y a una explicación simplona de los hechos, nos informan que el difunto era el doctor Hadler, científico que hacía experimentos para revivir a los muertos mediante un trasplante de cerebro. 

La hija del doctor Hadler por casualidades de la vida resulta ser novia de El Santo, quien preocupado le comenta a Blue que la muerte del doc lo tiene desconcertado. El demonio azul le aconseja que mejor se tome unas vacaciones. Por cierto, se agradece que la voz de ambos sea doblada y nos eviten escuchar sus voces reales.

La película dirigida por Gilberto Martínez Solares, cuenta con una serie de detalles tan disparatados que si hubiera un premio para la mejor cinta de humor involuntario, se lo llevaría con todos los merecimientos. En el exterior de un castillo gótico Santo pelea con zombies verdosos con música de fondo de spaguetti western. Como por arte de magia, los personajes brincan de un escenario a otro, alternándose el día y la noche en cada toma sin ninguna explicación. Demencial la aparición de los monstruos del título, primero Drácula, el único vampiro del cine, que en vez de volar va dando brinquitos, los ya mencionados cíclope, hombre lobo y momia, a quienes se une un graciosísimo Franquestain (escrito así) con bigote de Cantinflas. Los susodichos comienzan sus fechorías dejando un rastro de muertes sangrientas. Siendo así, una de las películas del género con más con contenido gore, claro, la comparación es con otros títulos similares.



Enfrentamientos de risa loca interrumpidos por números musicales de cabaret y otras barbaridades, hacen de Santo y Blue Demon contra los monstruos, un delicioso placer culposo.
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Esta publicación es patrocinada por el blog PELÍCULAS DE TERROR administrado por Rubén Lara Conde.
http://www.pelisdeterror-r.blogspot.mx/

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