domingo, 5 de julio de 2015

JURASSIC WORLD (2015)

Tuvieron que pasar 18 años para que los dinosaurios de Steven Spielberg regresaran a la pantalla grande, ahora bajo la dirección del Colin Trevorrow quien, por cierto, no tuvo que romperse mucho la cabeza ya que Jurassic World es más de lo mismo. Y es que, en honor a la verdad, la premisa de los gigantes prehistóricos que conocimos en la primera parte no daba para más, una vez explicado cómo es que pudieron regresarlos a la vida en pleno siglo XX, todo estaba dicho. 

¿Qué podrían contarnos de nuevo? ¿Qué los dinosaurios cada vez son más inteligentes? Eso ya lo sabíamos ¿Qué se pierden los chamacos y hay que rescatarlos? Eso tampoco es novedad ¿Qué hay un maloso que quiere utilizar a los criaturas para fines bélicos? Es un Deja Vú o eso también ya pasó.


Pues bien, aquí la única novedad es que Jurassic Park ahora convertido en Jurassic World, ya está abierto al público como cualquier parque temático, una especie de Disneylandia hecho y derecho, no importa que todavía exista el recuerdo de los trágicos sucesos de las películas anteriores, después de todo con dinero baila el perro o en éste caso, el tiranosaurio. Visitantes y personas que laboran en él, ya ven a los dinosaurios como animales comunes de un zoológico. Sus laboratorios, ahora no solo son criadero de especies prehistóricas sino que, además han desarrollado avances científicos que permiten engendrar seres híbridos. Mi gran duda es ¿Cómo son capaces de lograr algo tan maravilloso y no pueden con ese alarde de tecnología crear un dispositivo de seguridad confiable? 


En fin, como siempre he dicho, para disfrutar ésta clase de cintas domingueras, hay que dar toda clase de libertades y licencias a los guionistas. Si los dinosaurios no se escaparan con la facilidad con la que se sale el gato de la casa, no habría historia que contar, efectos especiales que admirar, paisajes majestuosos que ver, ni momentos aptos para la risa nerviosa o la exclamación que le venga en gana al espectador. Lo mismo pasa con otras situaciones absurdas; sí, me refiero a correr con tacones o a manejar una motocicleta en plena jungla como si el piso estuviera liso, cuando en las tomas abiertas se observa que hay un sinfín de troncos y plantas atravesadas en el camino. Pero bueno, todo sea en pro de pasar un rato de sano entretenimiento (hablando de sano, da gusto ver que los monstruos ésta vez si se alimentan como Dios manda, muy bueno el festín de los pterodáctilos).


Poco hay que decir de los personajes y sus respectivas relaciones, la clásica y trillada historia de la familia (en este caso, tía y sobrinos) que reencuentra la unificación y fortalece los lazos sentimentales en medio de una situación de vida o muerte. Niños spielberianos a los que prefiero ver gritando cuando los velociraptors les pisan los talones, que aguantarlos en las insufribles escenas sentimentaloides. Romanticismo a la antigua entre el muchacho chicho (Chris Pratt) y la bella Bryce Dallas Howard, cuya habilidad para no perder el estilo y glamour parece haber sido heredado de Megan Fox en Transformers (2007) y Naomi Watts en King Kong (2005).


Jurassic World compensa una anécdota mínima con muy buenos momentos de acción, con efectos que como es lógico llegan a superar a sus antecesoras. Película que rinde homenaje a la trilogía original con múltiples referencias (Fenomenal escuchar otra vez la partitura original de John Williams). Para pasar el rato está bien, pero una quinta entrega -por lo menos para mi- ya no viene al caso.
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