viernes, 13 de junio de 2014

47 RONIN (2013)

47 Ronin dirigida por Carl Rinsch, es una de esas películas cuyo despliegue publicitario promete mucho más de lo que en realidad ofrece, en ese sentido hay que darle un gran mérito a quienes editan el trailer. Aunque injusto sería calificarla de bodrio, porque hay una incontable cantidad de cintas que se ganan ese mote a pulso, insisto que se trata de una obra dispareja en todos los aspectos, con uno que otro momento que la salva del aburrimiento.

Se supone que está basada en una leyenda japonesa protagonizada por los ronin del título (samurais que se han quedado sin amo), quienes para recuperar su reino piden la ayuda de un "mestizo" mitad británico, mitad oriental (Keanu Reeves). Como ya es costumbre, el cine hollywoodense se encarga de introducir una serie de elementos fantásticos pretendiendo darle mayor espectacularidad a una historia llena de altibajos que, por momentos oscila entre una aventura estilo Los piratas del Caribe (2003) y un anime de Dragon Ball Z (1989), Solo falta que salga el maestro Roshi ¿Así se llama? En ese contexto, ya no se puede poner uno exigente esperando ver un retrato fiel del feudalismo japonés, ni mucho menos una película apegada a ninguna cuestión histórica o tradicional. 

Al principio nos presentan algunos escenarios espectaculares y una secuencia de acción tipo La momia (1999) que hace pensar al espectador que si esto apenas es el inicio, seguro le esperan dos horas de pura adrenalina. Pero pasan los minutos y la aventura épica se convierte en un melodramón casi shakespeariano, con locaciones que me hicieron recordar una serie llamada The storyteller (1987), la cual contaba con una muy buena producción para ser un producto televisivo; sin embargo 25 años después, esos fondos pintados y los escenarios de cartón piedra no funcionan del todo, aclaro que si hay algunos paisajes reales, por ello mi comentario de que Ronin 47 es una cinta irregular. El vestuario es uno de los elementos más rescatables. 

Reitero que el desconocido director Carl Rinsch, aborda las situaciones desde una perspectiva muy dramática para ser un cinta de acción, eso apoyado con un elenco oriental que opaca por mucho al actor principal. Ko Shibasaki no está por demás decir que luce hermosa e Hiroyuki Sanada, podría llevar el peso de la película sin la presencia de Keanu Reeves. Y es que el otrora protagonista de Matrix (1999) es inexpresivo en todo momento, pelea sin furia, ama sin pasión y lo más curioso, si tiene veinte líneas en toda la película es mucho. Se balancea -como es su costumbre- más de lo que habla.

Y entre subidas y bajadas se van sesenta minutos de combates, unos buenos a secas, otros de escasa emoción y eso sí, una cantidad interminable de diálogos. Algo que es de llamar la atención son los villanos, porque exceptuando al malo principal interpretado por el actor japonés Tadanobu Asano, los otros pasan sin pena ni gloria, apareciendo solo unos minutos, como el tipo lleno de tatuajes y cara de calavera que acaparaba espectaculares y que resulta ser  poco menos que un personaje incidental.


Por último, hablaré de los efectos visuales. Si nos refiriéramos a una producción de Cine B, tendría que comentar que son más que aceptables. Pero tratándose de una película con una inversión de más de 300 millones de dólares, para la que se contrató a un director debutante y un guionista de medio pelo como Chris Morgan (tres cintas de Rápido y Furioso), lo mínimo que se espera es que los efectos sean sorprendentes. Lástima, porque también en ese sentido la película se queda corta, sobre todo en la escena final en la que, una de las criaturas parece sacada de una película del Sci-Fi Channel.

En fin, no acostumbro sugerir que se salten partes al ver una película pero en este caso es lo más recomendable dependiendo los gustos de cada espectador: si lo que quieren es llorar a moco tendido, seleccionen las escenas 2, 4, 5, 6, 7 y 9, pero si lo que desean es no cuajarse, vean las escenas 1, 3, y 8. Lo digo en serio.

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