viernes, 27 de junio de 2014

FRIGHT NIGHT (1985)

Charley Brewster (William Ragsdale), fanático de las películas de horror de medianoche descubre que su nuevo y enigmático vecino es un vampiro. Por obvias razones nadie le cree, por lo que busca la ayuda del veterano actor de cine Peter Vincent (Roddy McDowall) conocido por su papel de "destructor de vampiros". El ahora presentador desempleado, ignora la alocada ocurrencia del joven. Preocupados por la cordura de Charley, su novia Amy (Amanda Bearse) y su amigo Evil (Stephen Geoffreys) contratan al actor para armar una farsa en donde se compruebe que el vecino es una persona normal y no un hijo de la noche. Por desgracia, lo peor está por venir cuando Vincent descubre que Charley no está equivocado ¡Bienvenidos a Fright Night!

En 1985 Tom Holland escribió y dirigió Fright Night (La hora del espanto o Noche de miedo) una película cuya trama, simple pero efectiva, reflejó buenos resultados en taquilla contando con una producción de apenas 9 millones de dolares. A casi tres décadas de su realización, la cinta dirigida al público adolescente que sitúa las acciones en un ambiente netamente gringo y discotequero, ha envejecido con bastante decoro gracias a los efectos especiales de Richard Edlund y el maquillaje de Ken Díaz, incluso se deja ver con mayor interés que otra obra del mismo director: Chucky el muñeco diabólico (1988). 



Con una premisa que remite de forma inevitable a La ventana indiscreta (1954), Fright Night es una parodia-homenaje a los filmes de horror de la productora británica Hammer House. Rescata algunos elementos del mito de Drácula, y se nutre un poco de la visión vampírica de Stephen King y su Salem´s Lot. Todo lo anterior aderezado con una afortunada dosis de humor negro. 



Por supuesto, no está exenta de algunos detalles un tanto absurdos, como el hecho de que se nos pretenda hacer creer que, los protagonistas son unos adolescentes, cuando a simple vista se nota que ya superan los 25 años. En ese sentido sale mejor librado William Ragsdale, no así Amanda Bearse (la veríamos pocos años después en el programa Married with children haciendo gala de su vis cómica) quien pese a vestir de colegiala fresa no puede evitar verse ya grandecita. 
En el rol de Evil, Stephen Geoffreys va evolucionando conforme la historia va subiendo de nivel, lástima que después de ser encasillado en películas de terror de bajo presupuesto haya dado un giro de 180° a su carrera, filmando películas porno gay, pero esa es otra historia. 
Quienes destacan como los verdaderos protagonistas son Chris Sarandon en el papel del villano chupa-sangre con look de latin lover misterioso y cachondo, por lo que ha sido criticado por algunos cinéfilos, a los que yo pregunto ¿Prefieren a los vampiros descafeinados de Crepúsculo? 


Y por último, Roddy McDowall,  que merece mención aparte por tratarse de un verdadero actor de carácter, un habitual secundario de lujo que inició su carrera como estrella infantil para luego participar en una larga lista de películas y series de televisión de corte fantástico como El planeta de los simios (1968), La dimensión desconocida (1960) y La galería nocturna (1969), entre muchas otras. McDowall borda el personaje más interesante de la película, Peter Vincent (combinación de los nombres de los actores Peter Cushing y  Vincent Price), actor que ha quedado relegado al olvido después de que, cómo él mismo menciona "la gente en estos tiempos ya no cree en los vampiros solo quiere ver asesinos con cuchillo" y que, al sentirse en deuda con su admirador, adopta la actitud de su personaje ficticio - una copia del Van Helshing de Stocker- aunque sus esfuerzos no sean suficientes para estar al borde del infarto una y otra vez. 

Otro punto a favor es el el trabajo de Brad Fiedel, responsable del tema principal de Terminator 2: El juicio final (1991), que aporta una melodía que igual encaja en las escenas de persecución que en las eróticas. También cuenta con una buena selección de canciones pop encabezadas por  "Good man in a bad time" de Ian Hunter. 

En resumen, se trata de un digno referente de ese cine de horror ochentero que apostaba más por entretener que por buscar el hilo negro. 100 % recomendable para dominguear.

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